Se cumplen 10 años desde mi mejor año como calculista, al menos en lo que se refiere a títulos mundiales. Por ello, nada mejor que recordar un momento tan significativo en mi vida…
En 2004 había logrado el primer puesto en las categorías de “Suma” y “Multiplicación”. 2006 logré el primer lugar en “Multiplicación” (aspiraba también a ganar en la categoría de sumar, pero un simple error cuesta caro en estos torneos).
Y llegó el campeonato en Leipzig (Alemania) y, como en los anteriores, partía de favorito en las pruebas en que siempre he destacado y en las que contaba, y cuento, con los records del mundo (sumar y multiplicar).
40 calculistas llegados desde 4 Continentes, la India siempre como el mayor exponente en esta materia, el que más participantes aportaba.
La verdad es que competí con la suficiente adrenalina y precisión como para lograr el Primer lugar en ambas categorías, con cierta ventaja sobre el resto de competidores, aunque con Jan Van Koningsveld siempre apretando. Hice un torneo, simplemente, perfecto.
En sumar conseguí un nuevo récord mundial y sin fallar ni uno solo de los 10 bloques de 100 dígitos (más de mil sumas, y si quieres ganar, hay que acertarlas todas y hacerlo a 5-6 por segundo).
Las 10 multiplicaciones de 8 dígitos por 8 dígitos tampoco registraron ningún error.
Estos torneos son extremadamente duros, pues las pruebas son largas y, cuando sólo te sirve ser el primero porque lo contrario sería retroceder respecto a lo ya logrado, se convierte en una mezcla de sensaciones de gran intensidad. Por eso siempre digo que ser el primero en algo es muy bonito, pero también es una sensación compleja por las exigencias a las que uno mismo se somete. Pero bueno, desde niño he sido muy competitivo y así se forjó mi carácter.
Competir, sin importarte demasiado el puesto, debería de ser lo ideal y lo que yo siempre aconsejo hacer… seguro que se disfruta mucho más.
La novedad para mí en este Torneo llegó en que, apenas un mes antes del mismo, empecé a entrenar las raíces cuadradas, gracias a un algoritmo que descubrí por aquellas fechas y que encajaba perfectamente en mis cualidades, más de rapidez de cálculo y casi nada de memorística… Sólo un mes para practicarlo, pero suficiente para lograr un más que meritorio 4º puesto en dicha categoría y, por primera vez, pudiendo acceder a la categoría “combinada”.
Gracias a este lugar, y a las buenas prestaciones en la prueba calendárica, me valió para lograr el primer puesto en la prueba combinada.
Haber logrado estos éxitos en la facultad donde uno de mis ídolos de juventud, Gottfried Leibnitz, impartió cátedra, supuso para mí algo muy especial.
Por ello, vaya este pequeño recuerdo…