El calculista Alberto Coto, en el salón de actos del IES Floridablanca. / JAVIER CARRIÓN / AGM
El asturiano Alberto Coto, siete veces campeón del mundo de cálculo mental, muestra su habilidad para resolver operaciones matemáticas a los alumnos del IES Floridablanca.
Os voy a contar por qué nunca empecé a fumar. Hice cálculos y me di cuenta de que a lo largo de mi vida gastaría 100.000 euros en cigarrillos
Aunque no lo parezca, esta es una de las tantas reflexiones que uno se puede encontrar en las conferencias que Alberto Coto (Langreo, 1970) imparte a jóvenes en institutos y universidades de España y América Latina. ¿Su mérito? Ser la persona más rápida del mundo a la hora de hacer cálculos mentales hasta en siete ocasiones.
Y es que Alberto se labró con sus propios méritos el título de ‘récordman’ de cálculo mental después de romper en catorce ocasiones la marca vigente en el libro Guiness de los récords. Toda una hazaña de la que el asturiano no saca pecho cuando se sube al escenario del salón de actos del instituto Floridablanca, en Murcia, para comenzar una de sus conferencias. Además de su inconcebible rapidez a la hora de resolver multiplicaciones con números de cinco cifras, que sin grandes refuerzos completa en menos de 17 segundos, lo más detacable de sus charlas es su capacidad para atrapar al joven público, muy propenso a no mostrar el más mínimo interés por los números. Así, Alberto es capaz de impresionar a los adolescentes con la resolución instantánea de una extensa raíz cúbica para, apenas diez minutos más tarde, desentrañar paso a paso su método de cálculo y permitir a los propios adolescentes resolver la misma operación en un tiempo que se antojaba imposible al inicio de la sesión.
‘Aprender jugando’ es su lema y su estrategia para encandilar a los estudiantes de la ESO y Bachiller. Durante una hora, el heptacampeón del mundo de cálculo mental desmitifica el universo de las matemáticas y repite como un dogma la consigna «no tengáis miedo a los símbolos». Al final, toda su conferencia se resume en eso, en construir un monólogo salpicado de anécdotas y vivencias para agarrar a los jóvenes y llevarlos por una montaña rusa de cálculos y pruebas que desemboca en un gran aplauso final cuando los adolescentes miran atónitos sus calculadoras y, con gesto inocente, no les queda sino rendirse al acierto de Alberto.
Alberto Coto atiende a dos seguidoras. / JAVIER CARRIÓN / AGM
«Yo aprendí jugando a las cartas en familia. Soy el menor de cuatro hermanos y desde niño me dí cuenta de que si jugaba con los números y el cálculo mental tenía más posibilidades de ganar», comienza a relatar Alberto, con un sutil acento asturiano, cuando recuerda cómo empezó emplear esta envidiable capacidad. Una habilidad que el mismo tardó en descubrir: «Cuando era adolescente y veía a alguien haciendo cálculos pensaba que era muy lento, en lugar de darme cuenta de lo bueno que yo era con los números». Y es que, siendo un joven de naturaleza tímida, Alberto intentó no hacer alarde de su don «para pasar desapercibido».
No obstante, el asturiano reconoce que su carácter es «el más normal dentro del mundo de los calculistas». Acostumbrado a acudir a los campeonatos internacionales de esta disciplina, Alberto no esconde que muchos de sus rivales son personas con síndrome de Asperger, algo a lo que no da mayor importancia y que señala como una muestra de «la variedad humana y la gran cantidad de gente que desarrolla esta habilidad y esta capacidad de instrospección».
En un ambiente competitivo tan exigente, los campeonatos mundiales se convierten en verdaderos retos que el asturiano prepara con ejercicios mentales muy específicos y con lo que Alberto denomina ‘gimnasia mental’: «El cálculo del día a día también se convierte en un entramiento. A veces estoy aburrido y juego con las matrículas de los coches; o voy al supermercado y calculo los porcentajes de descuento».
Además de un exigente preparación, el de Langreo también tiene sus propias rutinas antes de la competición y, aunque reconoce que no le gusta cambiar mucho sus hábitos, recurre al ‘heavy metal’ para salir «con la adrenalina un poco subida» antes de las pruebas de cálculo mental ultrarápido.
«En el plano del cálculo, creo que esa parte de mi vida la he cubierto con los siete campeonatos del mundo y ya no tengo una especial motivación», reconoce Alberto. Algo que sí encontró en el mundo de la divulgación, un terreno que, según el público al que se enfrente, se puede volver igual de exigente. Así, subido al estrado de una universidad mejicana o de un instituto de la Región, el asturiano reconoce que disfruta con los estudiantes: «Busco mostrarles las demostraciones de los cálculos para engancharlos y, a partir de ahí, contarles la faceta pedagógica».
Una vocación divulgativa que le llevó a buscar «un enfoque ciéntifico, que huye de la pseudociencia, para mostrar a los estudiantes lo que representan los números en nuestra sociedad». De este modo, Alberto tiene claro que, aunque «tenemos asumido que matemáticas es la asignatura más difícil», su misión es hacer ver que esta disciplina «está en todo: desde la naturaleza que ha sido parcialmente escrita en lenguaje matemático hasta los últimos desarrollos científicos y tecnológicos».
Así, además de una mente prodigiosa, Alberto Coto es la viva imagen de la ‘mens sana in corpore sano’ de la que hablaba Juvenal. Con una gran afición por los maratones, el asturiano reconoce que el deporte es casi tan «fundamental y básico» en su entrenamiento como lo son sus ejercicios mentales. Un ‘hobby’ que comparte con su otra gran pasión: los viajes. Y es que, como confirma el asturiano entre risas al final de su charla con los estudiantes del IES Floridablanca: «cuando os montéis en un avión podéis estar tranquilos; he calculado la probabilidad de que estos se caigan y es bastante pequeña»